La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Cada vez que el corazón late, bombea sangre hacia las arterias, que es cuando la presión es más alta. A esto se llama presión sistólica. Cuando el corazón está en reposo entre un latido y otro, la presión sanguínea disminuye. A esto se llama presión diastólica.
La presión arterial se mide con un tensiómetro, en milímetros de mercurio (mmHg). En la lectura de la presión arterial se utilizan dos valores, la presión sistólica y la presión diastólica. En general, la presión sistólica se menciona en el numerador o encima de la presión diastólica (Sistólica/Diastólica). Una lectura con valores de:
La hipertensión arterial no suele tener síntomas, pero puede causar problemas vitales como derrames cerebrales, insuficiencia cardiaca, infarto e insuficiencia renal.
El tratamiento de la hipertensión arterial en un paciente fumador siempre se inicia por el abandono de la conducta adictiva de fumar.
Inmediatamente después de fumar un cigarrillo, por efecto de la nicotina, aumentan en el organismo los niveles de ciertas sustancias llamadas catecolaminas, que provocan contracción de los vasos sanguíneos. Como consecuencia, es necesaria más fuerza para que la sangre se mueva por conductos más estrechos y es así como se elevan las cifras de presión arterial(94).
La hipertensión arterial y el tabaquismo son dos patologías crónicas muy frecuentes que se presentan cada una de ellas por separado en más del 30% de la población adulta y, hasta en el 5% en forma conjunta. La hipertensión y el tabaquismo se potencian(94). La coexistencia de ambas enfermedades compromete la función del corazón aumentando hasta 4,5 veces el riesgo coronario(96). Además, el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular es 1,5 a 2 veces superior en los fumadores hipertensos que en personas no fumadoras sanas. En los varones, el riesgo de enfermedad vascular periférica se cuadruplica respecto de los hombres que no fuman. También, en los pacientes con hipertensión, el consumo de cigarrillos acelera la progresión de la insuficiencia renal(52).
En el diario DíaD registra tu presión arterial, cada una de las diez semanas que dure tu tratamiento. Será una motivación extra para dejar de fumar.
Usualmente la frecuencia respiratoria es un indicador de disfunción pulmonar; las personas que respiran más seguido, “en reposo”, suelen tener problemas crónicos de salud.
La frecuencia respiratoria debe ser medida con la persona en reposo. Si se mide de modo manual, se cuentan los números de respiraciones por un minuto; contando cuantas veces se eleva el tórax.
La FR debe ser tomada por un observador. Una persona no puede contar su frecuencia respiratoria contando sus respiraciones. El número no será real, ya que la mayoría de las personas en estas circunstancias respirarán más lento y profundo.
El rango normal de respiración de un adulto es de 12 a 20 respiraciones por minuto. Generalmente las personas con alguna disfunción pulmonar realizan más de 20 respiraciones por minuto.
Las frecuencias respiratorias normales según la edad son:
El efecto del tabaco sobre las patologías respiratorias se encuentra en todos los estudios epidemiológicos realizados(34). El consumo de tabaco es el factor de riesgo fundamental en la patología respiratoria. Explica la mayor prevalencia de los síntomas, especialmente la tos, el esputo crónico, así como las alteraciones espirométricas. Con una evidente relación dosis-dependiente en su acción(35). El efecto del tabaco se observa con dosis acumuladas inferiores a 15 paquetes al año(95) (ejercicio 3.1).
En el diario DíaD registra tu frecuencia respiratoria, cada una de las diez semanas que dure tu tratamiento.
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Los investigadores han demostrado que el tabaquismo acelera la frecuencia cardíaca, contrae las arterias principales y puede ocasionar alteraciones en el ritmo de los latidos del corazón(96). Todo esto hace que el corazón se esfuerce más.
Hay dos factores por los que el tabaco produce una isquemia coronaria y provoca un infarto de miocardio (obstrucción total de paso de sangre por las arterias) y/o angina de pecho.
En los adultos, la frecuencia cardíaca normal en reposo oscila entre 60 y 100 latidos por minuto.
Generalmente, una frecuencia cardíaca más baja en reposo implica una función cardíaca más eficiente y un mejor estado cardiovascular. Por ejemplo, un deportista bien entrenado puede tener una frecuencia cardíaca normal en reposo cercana a los 40 latidos por minuto.
Para determinar cuál es tu frecuencia cardíaca, simplemente tómate el pulso. Apoya los dedos índice y medio sobre el cuello, al costado de la tráquea. Para tomarte el pulso en la muñeca, coloca dos dedos entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que está ubicada del lado del dedo pulgar de la muñeca.
Cuando percibas el pulso, cuenta el número de latidos durante 15 segundos. Multiplica este número por 4 para calcular los latidos por minuto.
Recuerda que hay muchos factores que pueden tener influencia en la frecuencia cardíaca, incluidos los siguientes:
Aunque hay una amplia gama de valores normales, una frecuencia cardíaca particularmente alta o baja puede indicar la presencia de un problema preexistente.
Consulta con tu médico si tu frecuencia cardíaca en reposo está constantemente por encima de 100 latidos por minuto (taquicardia), o si no eres un deportista entrenado y tu frecuencia cardíaca en reposo está por debajo de 60 latidos por minuto (bradicardia), en especial si tienes otros signos o síntomas, como desmayos, mareos o dificultad para respirar.
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